Escrito por Denis Lizarbe
Sostienes siempre estar muy desilusionada.
Me diviertes cuando adoptas el papel que me corresponde.
Pues, ¿Quién podría estar más desilusionado que aquel que observa cómo, el papel de mostrar un enojo tan impúdico frente a un acto tan ilustre, lo representa, justamente la persona "Más importante"?
¡Vaya! Acabo de recordar las áridas pampas de tu ignorancia. Lo expresado en el párrafo anterior ¡Apenas lo entendería el más vulgar de los mamíferos!.
Si algun día, amándote como acostumbro, te sorprendiere hurtando, Advertirte del peligro sería lo menos que podría hacer por ti. Y por errar en no comentártelo tuve que soportarte alentándome, sin que medie rubor alguno, a incurrir en un delito tan vil como flagrante: Justificarme en detrimento de mi mismo.
Negando, ergo dando por válido que en estos casos la gravedad por magnitud es determinante para respaldar la existencia de una desilusion genuina y natural; advertiremos que ni aún la existencia irracional más vulgar, prescindiendo de su humilde desarrollo cerebral podría rebatirme.
Obviamente porque le resultaría claro que una causa así no será un principio jamás, apenas tomando en cuenta que no es capaz de alterar la esencia de las actitudes más naturales, más instintivas.
Así sostengo mi franco estado de desilusión.
Y sin embargo con absoluta seriedad logro dibujar las más francas sonrisas sobre este rostro endurecido e irritado por los húmedos desbordes de la onda tristeza que me inspira tu existencia en gozo de la ausencia de mi Genio.
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