La leyenda cuenta que un paisano de la aldea cercana de Barxamaior, llamado Juan Santín, acudió en un día de una gran tormenta a misa, como hacia siempre; fue el único y el monje, que se encontraba consagrando el pan y el vino le dijo que no había merecido la pena la misa para ellos dos... de repente el vino y el pan se convirtieron físicamente en sangre y carne de Cristo.
En 1486 los Reyes Católicos peregrinaron a Santiago y al llegan a para contemplar el milagro e intentar quedarse sin éxisto con las reliquias, donaron el relicario donde se guardan los restos.
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