jueves, 6 de noviembre de 2008

Apologia a la mentira.

Escrito por  Denis Lizarbe.

Daniel, un solitario feliz; caminaba sobre las cabezas ardientes de un grueso de mercaderes hasta toparse con dos hombres que discutían violentamente, uno profería insultos gravísimos y el otro defendía su posición ruborizándose y bajando la mirada.
Frente a ambos y observando indignado, la forma como se le trataba a ese hombre que recurrió a la mentira. Se citó con su amada soledad para buscar una roca o la sombra de un árbol, para pensar en la naturaleza de la mentira:
-Al nacer, cuando la luz del mundo invade la límpida visión introspectiva de nuestro ser, topamos con el contrasentido de todo lo que teníamos por único y verdadero; no es sino hasta que las plantas de nuestros pies tocan la tierra, no es sino hasta que al cerrar los ojos nos hallamos violentados por la tiniebla; no es sino hasta entonces, que percibimos algo como real; solo entonces conocemos el sentido.

Ver hacia atrás es lo mismo que retroceder hasta la infamia de haber sido, porque solo en el contacto con la luz y la tierra, sabemos que por fin existimos: ¿No es acaso esto una gran mentira? Y sin embargo es una gran verdad. ¿Quién tiene la cuenta exacta de los días que estamos vivos? Si se nos tiene negada la "preexistencia" antes del nacimiento.

Una mentira puede refugiarse en nuestro espíritu como la defensa de una mejor verdad, en vista que la verdad pudiera resultar atroz o intrascendente.

Así continuamos nuestra vida, recurriendo a la mentira o a la negación de una realidad concreta, unas veces guiados por una necesidad filantrópica, otras por defender la validez de nuestra existencia a través de la preservación de nuestro amor propio.

Mentir es una necesidad a la que reprimirla resulta contranatura, puesto que, es únicamente por medio de ella que conservamos sanas las relaciones interpersonales. Si hay algo en el mundo que puede extinguir a la humanidad es la verdad, pues la verdad encierra en su blanca naturaleza una sombría finalidad: Enfrentar espiritus regidos por la moral.

Todos buscamos la verdad, porque en el fondo somos autodestructivos. La mentira construye, pero necesita de un ingrediente básico para su existencia: La fe.

No puede configurarse la mentira como tal, mientras hayan falsos soldados fanáticos de la verdad, un verdadero guerrero de la verdad asimila la mentira y escudriña en sus finalidades, un guerrero de la verdad no destruye una mentira en tanto la finalidad de esta no se aloje en terrenos positivos. Un verdadero guerrero defiende la verdad en complicidad con la mentira.

Si nos preguntáramos qué hace más daño: ¿Una verdad o una mentira?Seguramente responderíais que una mentira, y estareis en lo cierto; pero no nos hemos preguntado dónde se produce el daño. Les tengo esa anhelada respuesta:

Una mentira hace más daño, pero a la buena fe de quien la cree, la buena fe de alguien que al saber el sentido opuesto de lo que creyó como verdad lo hace sentir ridiculizado. ¿No es más ridículo acaso, que lejos de preocuparse por su estado, se ocupara de preocuparse por el estado de los demás?

Una mentira debería tomarse como una mejor verdad, sin embargo seguimos inmersos en una pésima verdad: la verdad misma y su inflexible moral.



Un abrazo. Es mi primer post en Proyecto Blog, ya regreso con más...

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